En medio de un precioso y vasto prado, con pasto verde brillante y un cielo azul y soleado, se hallaban unos hermosos lirios morados. Estas flores tan hermosas reunían a su alrededor a toda clase de animales. Abejas revoloteaban y danzaban, a la par que los pajarillos cantaban alegres. Una escena digna de conmover a cualquiera que la viese. Me dirigí a dichas flores, atravesando todo el prado, a fin de poder tomar una para llevársela a aquella persona que más aprecio. Cuanto más me acercaba, más sentía el toque de Morfeo. Las luces se mezclaban mientras mis ojos luchaban por no cerrarse, a la vez que la belleza de la escena aumentaba. Una belleza que a la vez sentaba en algún sentido como un tallo espinado rodeando un corazón que se marchita. Hasta que llegué a mi esperado destino, donde habiendo aguantado tal bello tormento, pude acercarme a mi objetivo. Al por fin estar delante de estos mágicos lirios pensé "espero que le gusten, son lo mínimo que puedo regalarle". Y al momento de arrancar el primer lirio de su raíz, el mundo empezó a desmoronarse, a volverse blanco y negro, a perder la vida que lo caracterizaba. El mundo perdió su brillo. Todo por tomar una flor.
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