Todos somos orugas. Pequeñas orugas que viajan por la vida. Vagamos por el mundo en busca de aquello que nos haga cambiar, que nos haga transformarnos.
Eventualmente nos transformamos en un capullo, con un interior oscuro y un exterior sólido que no permite que nada entre ni salga. Y seguimos vagando. Con un peso encima. Como una roca atada con cadenas a nuestra espalda. Solo deseando acabar nuestro viaje.
Muchos caen por el camino, otros se rinden y otros se pierden. Pero aquellos que llegan. Aquellos que pueden liberarse de su carga y de su caparazón. Renacen.
Como una hermosa mariposa, con alas coloridas y una forma armoniosa. O como una polilla.
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