Siento que me ahogo. Que me ahogo en sus ojos castaños llenos de brillo y vida. Unos ojos que miran el interior de mi alma sin vacilar ni un solo instante. Devuelvo la mirada con dificultad mientras se arregla su largo y algo ondulado cabello que ondea con la brisa. Su pelo podría estar formado por algas, pero con la oscuridad del lecho
marino.
Noto la tensión en el ambiente, como si tuviera una columna de agua encima de mí. Debería hacer algo, pero me siento paralizado. A pesar de estar tan cerca, estamos tan lejos. Nos separa un océano de emociones y ligera timidez. Al igual que dos pequeños peces que acaban en corrientes distintas, esforzándose por seguir unidos y no alejarse nunca.
Me queda poco aire. Y de pronto, sin aviso decide acaparar el poco aliento que me queda con un impetuoso y asfixiante beso. Como un marinero siendo embaucado por una sirena, me hundo en las aguas atrapado por una majestuosa criatura que me roba la respiración. Un final dulce que contiene un grato comienzo. En la orilla.
Comments