Hallándose en la región superior de la meseta, el montañero se dispuso a dirigir sus ojos hacia la base del valle. Sin embargo, solo encontró una densa bruma que cubría el paisaje. Una niebla opaca tendida cual sábana tapando las praderas, los bosques y los ríos que ya había podido vislumbrar en su subida.
Por encima de tal manto se podían ver unas puntiagudas montañas, con sus picos nevados y sus nubes heladas. ¿Qué se podría ver desde la cima de tales montículos? Esa pregunta asoló la mente del aventurero, que sin más dilación retomó su viaje hacia la cima.
Un viaje que había iniciado con esperanza de huir de algo y ha acabado con la búsqueda de otra cosa. La búsqueda de él mismo. Su yo sobre la niebla.
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