"¿Hasta dónde llegarías con tal de cumplir tu deber?
¿Sacrificarías aquello que más amas por aquello que más anhelas?
¿Renunciarías a todo lo que posees con tal de ir más allá?
Nada es gratis, todo tiene un precio, en todo hay un sacrificio que debe ser realizado."
Así habló la deidad, con una mirada gélida y lejana a su discípulo. Una respuesta compleja al comentario ingenuo de su alumno, el cual le consultó sobre la concepción de la felicidad.
"La felicidad no existe, hijo mío. Solo es una ilusión de tu mente. El confort es la trampa mortal que termina con la vida del individuo, volviéndolo peor que la basura. Todo rastro de comodidad debe ser borrado hasta que el mundo renazca.
Solo cuando vivamos en un mundo sin pesar alguno en ningún individuo podremos pensar en la alegría y el descanso. Hasta entonces debemos deleitarnos con el dolor y el sufrimiento, ya que son la esencia misma de la vida. Lo único que nunca te abandonará. Aquello que siempre permanecerá y te hará crecer.
Recuérdalo, existes con un propósito. Tu deber."
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